Cuidados de la piel en verano
La piel está continuamente expuesta a distintos factores que amenazan su salud y por ello siempre resulta necesario prestar especial atención a su cuidado y protección. Durante el verano, agentes como la luz solar, las altas temperaturas, el cloro de las piscinas, la arena de playa y la propia contaminación ambiental pueden perjudicar la salud de la piel con el paso del tiempo, por lo que es importante tener en cuenta algunas prácticas adicionales para que la piel siempre luzca de la mejor manera.
En la estación más cálida del año es vital que tu tejido cutáneo reciba un plus de atención e hidratación, y por eso las rutinas diarias deben contemplar cuidados que eviten la resequedad, la irritación e incluso la aparición de manchas que aceleran el envejecimiento de la piel y le dan un aspecto poco saludable.
¿Cómo cuidar la piel en verano?
Tanto si se sale para cumplir con las actividades de la rutina diaria o si se busca disfrutar de un lugar para soportar el calor, durante el verano la piel está expuesta a distintas inclemencias y agentes perjudiciales del exterior. Por esa razón, vamos a conocer a continuación cómo cuidar la piel en verano antes, durante y después de la exposición a dichos factores, para que tengas una piel sana y radiante.
Limpieza
Uno de los aspectos clave para tener una piel saludable es su limpieza y esto también contribuye a que el tejido esté preparado para un bronceado uniforme. Es importante, desde luego, que se utilicen productos suaves que permitan eliminar las impurezas sin que se altere el pH natural de la piel.
Al momento de ir a una piscina, en especial a una piscina pública, es imprescindible ducharse antes de entrar para evitar la acumulación de suciedad en el vaso de la piscina que perjudique otras zonas de tu piel o a otras personas. Asimismo, resulta necesario que al salir de la piscina se use la ducha para retirar todo el cloro que se mantiene en contacto con la piel y así impedir posibles irritaciones.
La acción anterior también debe tenerse en cuenta al salir de la playa para retirar el agua salada y la arena, elementos que ponen en riesgo la suavidad y luminosidad de la piel.
Hidratación
Las altas temperaturas y la exposición a la elevada radiación solar hacen que la piel se deshidrate con cierta facilidad, por lo que es necesario incrementar la atención a este aspecto en el cuidado de la piel en verano, tanto de forma externa como interna. Beber abundante agua durante esta época contribuye a la hidratación de la piel, lo que permite prevenir la resequedad, la opacidad e incluso la descamación del tejido.
De la misma manera, tanto las duchas oportunas como la aplicación de cremas humectantes favorecen la retención de agua en la piel, previniendo su deshidratación. Para cuidar tu piel en verano te recomendamos utilizar la Crema Protectora Prebiótica de Halibut, la cual favorece la resistencia natural de la piel frente a las agresiones de agentes externos del día a día y ayuda a prevenir el enrojecimiento.
Protección solar
Durante el verano, uno de los errores más comunes es el de aplicar protector solar únicamente cuando se sale a disfrutar de la playa o de la piscina, pero lo cierto es que la radiación solar afecta al tejido cutáneo incluso si se lleva ropa puesta. De esta manera, la protección solar debe aplicarse de forma rutinaria día a día y tratar de utilizar una fórmula de amplio espectro, con un SPF superior a 30 o 50.
Es importante recordar que los protectores solares tienen un periodo de efectividad que ronda las 2 o 3 horas, por lo que también es necesario renovar su aplicación una vez cumplido ese lapso para garantizar una protección efectiva. Asimismo, en caso de tomar sol en la playa o en la piscina, es vital aplicar el producto antes de la primera exposición al sol y siempre después de salir del agua. Repetir la aplicación de manera frecuente es fundamental para evitar quemaduras.
Exfoliación
La exfoliación es una acción que permite eliminar las células muertas, cuya producción se acelera por los efectos del verano en la piel. A su vez, esta práctica posibilita retirar los restos de cloro que se adhieren a la dermis tras un día de piscina, así como aquellas impurezas captadas del agua de mar.
Por supuesto, se recomienda la aplicación de productos muy suaves, preferiblemente de origen natural y en momentos periódicos. Dado el trabajo que implica una exfoliación, esta es una práctica que no se recomienda efectuar diariamente, ya que ello puede poner en riesgo la suavidad de la piel, eliminar su humectación natural y provocar efectos desfavorables.
Es importante seguir cada uno de estos pasos, ya que aseguran tener una piel sana, suave y con la hidratación necesaria no solo en verano, sino durante todo el año.
Comparte este articulo